El taxista detrás de la librería ambulante de Tlalpan
- Paulina Nares/cuentahistorias
- 9 ene 2022
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 11 jun 2022

José Guadalupe Quintana era uno de los más de 100 mil taxistas que circulaban en la CDMX en 2013, cuando el motor de su auto se desbieló, un grave problema para quien es el sustento de cinco personas. Don José hizo lo que cualquier responsable de familia haría para llevar comida a su hogar, pero con ayuda de unos viejos amigos.
“Un día se me descompuso el taxi, me quedé sin trabajo y necesitaba dinero”, relata Quintana mientras se acercan algunos clientes a su puesto. “Saqué unas cajas de libros, una manta que tenía en la casa y la extendí en el piso en una esquina de San Pedro Mártir, en Tlalpan. Tenía en ese entonces unos 150, de los cuales, había leído la mitad. Los estuve dando baratos de 20, de 30 pesos, y empecé a vender, eso me sirvió para juntar dinero y arreglar el taxi”, detalla.
Una vez que reparó el motor de su instrumento de trabajo, José Guadalupe no quiso dejar los libros, así que, además de trabajar en el taxi, cuando se cansaba, buscaba lugares y se ponía a vender los títulos que siempre cargaba en la cajuela. En Villacoapa, donde inició, cuenta que la misma gente llegaba y le ofrecía libros en venta o incluso hasta los intercambiaba. También obtuvo ayuda de un amigo que se dedicaba a los libros. Fue entonces cuando se fue haciendo de más y más.
El originario de Tejupilco, Estado de México, reconoce que el hábito de la lectura le llegó “muy grande”; sin embargo, desde que los libros lo atraparon se ha convertido en un asiduo coleccionista, pero sobre todo, ha mantenido una peculiar relación con ellos.
“Empecé grande ‘ora verás’ tendría yo como unos 25 años. Siempre me ha llamado la atención la lectura, pero no tenía el hábito. Compraba libros, pasaba por las librerías, me llamaban la atención algunos títulos y los compraba, iba a los bazares, los iba coleccionando, haciendo yo mi biblioteca”, cuenta Quintana”.
Para este hombre de 52 años haber estudiado hasta la primaria no ha sido ningún impedimento para devorar libros, aunque modestamente explica que no se definiría como un gran lector, ya que tiene clientes que leen bastante.
Don Guadalupe es “malo para recordar autores”, pero uno de sus temas favoritos es la historia. “Me gustan más las historias desde los griegos, los romanos los egipcios, obviamente la historia de México”. Un libro que lo ha marcado fue uno de los primeros que leyó: "El país de las sombras raras".

Resume en pocas palabras lo que los libros significan para él: “No pues...hasta me llegó un sentimiento. Son mi vida, cuando tengo mis ratos libres, solos, llego a mi casa y los que me acompañan son mis libros”, dice con los ojos llorosos y la piel chinita. También lo han salvado de las adicciones e incluso de la quiebra, y fueron sus compañeros cuando le dio COVID.
El amor por la lectura ha llevado a Guadalupe a lugares donde nunca se imaginó, por ejemplo a conocer el Polo Norte y a crear una librería móvil, idea que, asegura, nunca había visto en su vida.
"Cuando me empieza a ir un poquito mejor yo ya tenía la idea de poner una librería móvil porque para rentar un local en esta zona están en 7 y 8 mil pesos mensuales, más depósito, es un show. Si armo una librería móvil no pago renta y me puedo mover de un lado a otro", apunta.
Un día mientras andaba en su taxi vio en la Carrasco un "food truck" que se vendía; sin dudarlo, echó mano de sus ahorros y lo compró para darle a sus libros un espacio. Su poco tiempo libre lo ocupó para transformarlo.
"Lo tenían con todos los accesorios de cocina, parrillas, todo, pero le quité los accesorios, lo empecé a armar con libreros y les puse libros. He ido transformándolo poco a poco ,con la librería móvil ya tenemos como 7 años", comparte.
Guadalupe cuenta que poner en marcha la librería ambulante no ha sido nada fácil y mantenerla menos, pero se ha encargado de no dejarla morir, de hecho, su hijo Omar, quien se dedicaba a la construcción, ahora la atiende de tiempo completo, incluso duerme ahí.
Omar se encarga de acomodar los libros por título, autores, género y ponerles etiqueta a cada uno; también le ha tomado un cariño especial a la lectura." Cuando no hay clientes, me la paso leyendo".
En el carrito hay textos de todos los géneros y para todos los gustos, desde ficción hasta libros didácticos infantiles y mandalas. Aunque también hay una que otra reliquia. Por ejemplo, tiene una de las primera ediciones del libro de "La vida inútil de Pito Pérez", de José Rubén Romero. Y algunos otros de historia y filosofía de pasta gruesa.
Actualmente, la librería ambulante se encuentra en La Joya y abre de lunes a domingo.
El sueño de Guadalupe con ella es claro: preservar la lectura, que no se pierda. "Es algo que se está perdiendo. Es una cosa maravillosa, conoces lugares que ni siquiera te imaginas que existen. Te hace viajar con la mente", refiere . "Desgraciadamente las nuevas generaciones no leen, en México hay muy pocos que leen. No es tanto la juventud sino nosotros los grandes que no les inculcamos la lectura", remata Guadalupe.
Sus declaraciones coinciden con un informe del INEGI, que revela que en 5 años, de 2016 a 2021, hubo 9.2% menos de población lectora en México.
La lectura es algo que ya ha llevado hasta su casa, su esposa no leía y ahora se la pasa leyendo, al igual que tres de sus cuatro hijos. "En mi casa cuando hay un cumpleaños, lo que hacemos es regalarnos un libro".
En el tiempo que se ha dedicado a la venta de libros, Guadalupe se ha llevado una gran satisfacción, una de ellas, cuando los niños van aprendiendo con los libros didácticos que les vende a sus mamás.
También ha recolectado varias anécdotas, la que más lo ha marcado hasta el momento ha sido la reacción de una mujer al ver uno de sus libros.
"Un día llegó una señora de edad avanzada y estuvo aquí viendo los libros y en un momento encontró el que andaba buscando y le empezó a hablar <<Oooh tanto tiempo que te estuve buscando, hasta dónde te vine a encontrar>>, pero le hablaba con unas palabras que hasta se me enchinó la piel”, relata.
El creador de la librería ambulante de Tlalpan le ha tomado tanto cariño a los libros, que incluso ya sabe qué quiere hacer con ellos en caso de fallecer.
"En dado caso que muera, me gustaría que los libros que he coleccionado los regalaran, que en lugar de venderlos, le dijeran a la gente que tomara un libro gratis, regalados, pero que ellos lean, esa es mi encomienda", advierte Guadalupe.
La decisión que ya compartió con su familia la tomó porque no le gustaría que los libros quedaran abandonados o que los tiraran, pues sería algo muy triste.
"Un libro tiene alma, tiene vida y la vida nosotros se la damos, porque las letras están muertas, pero a través de la lectura les damos vida. Lo mismo pasa con lo escritores que ya murieron, a través de la lectura son inmortales", finaliza.
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