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La estupidez compleja y el futbol

  • Foto del escritor: Maricarmen Rivera/ Opinando en 'cosas de señores'
    Maricarmen Rivera/ Opinando en 'cosas de señores'
  • 5 jul 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 5 jul 2021

TW: @seleccionmx

El grito homofóbico de “¡putoooo!” en las canchas futboleras merece sanción. Ya lo dijo la Federación Internacional de Futbol (FIFA). Pero, la sola idea del castigo en cuerpo ajeno es motivo de indignación.

¿A quién le gusta la idea de pagar lo que no debe? Pues a la directiva de la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) le pareció -al menos en el primer momento- muy normal cobrárselo a las mujeres. Que paguen otras, que asuman otras; que callen otras las culpas de otros.

Pero no los hombres, por favor, ni los negocios millonarios de sus aficiones. Ese es el alegato vehemente de muchos hombres en las redes sociales que reaccionan -parece que instintivamente- a las publicaciones de #ConLaFemenilNo, reiterando mil veces que no es cuestión de género. Pero que las mujeres simplemente no entendemos.

Se levantaron entonces voces, manos y pronunciamientos incluso políticos desde el Senado de la República y de la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados. Dice Yon de Luisa que habrá que esperar al pronunciamiento específico de la sanción. Pero que la femenil pague la sanción que imponga la FIFA con partidos de castigo sin afición por el polémico grito homofóbico en las canchas en los partidos varoniles, no nos parece mala idea a todas y todos, no nos suena del todo ilógico, o al menos yo leo en las redes muchas validaciones y pseudoargumentos con más víscera que compresión.

Y eso me recuerda “Estupidez compleja”, un standup de Malena Pichot (Netflix Latinoamérica, 2018), una comediante argentina que porta el feminismo como estandarte en su monólogo, “alérgica a la solemnidad” defiende a las mujeres con humor, pero pegando en donde más duele, porque hasta riéndonos a carcajada suelta del machismo, se siente dolor y cala la indignación.

En la metodología feminista uno de los más básicos trucos para visibilizarla, es preguntarse si esa precisa situación sería normal si cambiáramos los roles de género. Es decir, qué tanto puede ser injusta y hasta ridícula una situación vivida por una mujer, si le estuviera pasando a un hombre.

TW: @miselecciónmx

Por eso, atrevidamente y sin ningún rigor, propongo los siguientes argumentos hipotéticos futboleros -advierto que en detrimento de los hombres-, por el puro placer de leerlos en clave de “estupidez compleja” inversa:

1. Las mujeres futbolistas mexicanas recibieron una sanción de la FIFA porque sus aficiones irrespetuosas e irreflexivas insultaron a la portera contraria, pero no es su culpa, porque su juego genera pasiones y conexiones colectivas en la afición mayoritaria de mujeres que es la principal delicia del entretenimiento en nuestro país. Por eso, lo justo es que sea la selección varonil la que pague la sanción y que jueguen ellos a puerta cerrada, después de todo la verdad es que ni juegan bien, ni generan las ganancias que las mujeres generamos comercialmente por los anuncios de tacones, cosméticos, toallas y tampones en los medios tiempos, ni todas esas ganancias derivadas de hacer gala para la mirada femenina de las atléticas figuras de los hombres musculosos exhibiéndose por las canchas con todo tipo de productos.


2. Lo dicho, los partidos de hombres no generan ganancias, no generan emoción, no tienen buena afición, ni juegan bien. No cooperan en el terreno de juego y son muy violentos, intentan imitarnos a las mujeres en nuestro juego sutil y elegante bajo el pretexto de su lucha por la liberación. Pero es normal, ¿por qué podrían estar interesados genuinamente en el futbol y ser buenos en un deporte del que se les excluyó siempre desde la escuela primaria en donde las niñas se adueñaban de las canchas y del balón y ellos -pobres-solo podían jugar a los muñecos en los salones?


3. Deben aceptarlo, el futbol no es para hombres. En el terreno biológico esto es más evidente, pues la agilidad y la fuerza de las mujeres está hecha para este deporte, no por nada esto se llama “el juego de la mujer”. Ellos deben proteger sus cuerpos de cualquier contacto físico en el terreno de juego, pues se sabe por la ciencia, que los genitales que andan colgando del cuerpo son los más vulnerables, y no así los úteros bien protegidos dentro del cuerpo femenino.

4. Es perfectamente normal que las mujeres ganen más en esta industria del entretenimiento que los hombres. Es así porque ellas merecen más, gastan más, tienen más compromisos familiares y de negocios que ellos -ya no hablemos de tener más familias que ellos porque las futbolistas son proclives a los amantes y las casas chicas-. No importa que seamos esclavas multimillonarias de las marcas de cosméticos y estilos de vida, es un despropósito cuestionar lo que ellos creen que son nuestros privilegios y que ahora se atrevan a decir que nosotras deberíamos bajarles a nuestros excesos incluso en ropa y joyería para que ellos ganen más para coches, o solo para vivir mejor.


5. Los hombres no se han cuestionado siquiera su identidad de género. Las mujeres en este deporte debemos cumplir con la heteronormatividad porque sería escandaloso que, al igual que ellos, se nos percibiera como machorras, impedidas de atributos suficientemente femeninos para este bello deporte que es nuestro trabajo también. Es cierto que lo mejor siempre será parecer mujeres, por el matriarcado imperante, pero cuando ellos se acercan a parecerlo, es francamente odioso y por eso reciben tantos mensajes groseros en las redes, es el castigo social porque su deporte no puede tener la sutileza femenina sino ser solo rudo como ellos, casi cavernario, y en nada se parece a nuestro juego.

¿Leímos bien? ¿exageramos? ¡Ay! qué risa, ¿parece una mala broma? Vaya que la estupidez compleja es compleja.

Pero en el terreno de juego las mexicanas sí viven esa realidad fuera de estos exagerados ejemplos y de los discursos de tribuna y de redes, de esos intentos de argumentos que acompañan los miles de comentarios que nos machoexplican “el juego de hombre”.

En León, por ejemplo, la directiva en plena pandemia arriesgó unos pesos –y los perdió, como aseguraron luego-, para abrir los partidos varoniles a la afición de forma controlada y moderada. Los de la femenil no. Porque parece que no es lo mismo perder dinero en hombres que “lo valen”, que en mujeres. ¿Cómo van a ganar dinero de la femenil si nada invierten? Luego no digan que inventamos.

Mejor pensemos seriamente ¿cómo jugar el mismo juego, hombres y mujeres, si siempre somos visitantes en sus canchas con aficiones hostiles?, ¿cómo entender que ante esta disyuntiva solo existen la homofobia o la misoginia?

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