Sin conocer el "quédate en casa"
- Lucía Flores/Fotoperiodista
- 29 jul 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 15 ago 2021

Hace más de un año, la pandemia por COVID-19 nos cambió la vida. Mientras la mayoría de las oficinas quedaron vacías, existían personas que no podían atender el tan urgente llamado de “quédate en casa”. Aprendí a ser de esas personas que vieron las calles vacías; recorrí la ciudad en 20 minutos y viví con el miedo constante de lo que podía suceder, incertidumbre que le llaman.
Los medios de comunicación, como de costumbre, no se detuvieron, y las fotografías no podían hacerse desde casa, al final del día se convierten en un documento social, y esta pandemia se debía documentar.

En el camino de la cobertura conviví de cerca con personas que vencían el COVID, familias que esperaban a sus seres queridos afuera del hospital, novias que una semana despedían a su mamá fallecida por el coronavirus, y, días después, a su pareja. También conocí a las y los paramédicos de Nezahualcóyotl, quienes pasaron de recibir pocos llamados a atender un caso tras otro en un municipio que, en ese momento, encabezaba el número de contagios en el Estado de México.

La vida y rutina de trabajo de las y los paramédicos en "Neza" ha cambiado de manera drástica por la pandemia. El número de servicios se duplicaron y ahora atienden todo tipo de emergencias, además de los que daban antes del coronavirus, tales como atropellados, personas lesionadas, entre otros.
En la travesía conocí un poco más a fondo a César, jefe de turno, y a Guadalupe, paramédica y encargada de recabar todos los datos importantes para saber si el paciente debe ser trasladado por coronavirus.
Ambos se dedican a todo el "ritual" de transportar a las personas con posible COVID-19 y ha fallecido/as por esta causa.
César y Guadalupe cuentan que la mayoría de las personas prefieren que sus familiares fallezcan en sus casas antes que pedir un traslado al hospital. En otros casos, solicitan el servicio cuando ya es demasiado tarde.

Uno de sus últimos traslados fue un hombre de 32 años con posible COVID. "Meterlo en la cápsula y subirlo a la ambulancia fue complejo, debido a que se encontraba en un tercer piso, donde las escaleras eran pequeñas", señalan ambos.
César tuvo, que coordinar todo el traslado, poner al paciente en la camilla, la cual estaba amarrada con cuerdas, y fue movida a través de una escalera improvisada, mientras que Guadalupe se encargó de recabar todos los datos importantes para saber si el paciente tenía que ser trasladado por coronavirus.
Esta es sólo una anécdota de lo que a diario viven personas como Guadalupe y César, y que tuve la oportunidad de captar con el lente de mi cámara en esta pandemia donde el enemigo invisible nos sigue rondando.

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